San Bartolomé desollado de Marco d'Agrate. El Duomo di Milano.
San Bartolomeo, patrón de los curtidores, fue desollado vivo y luego crucificado cabeza abajo por orden del rey Astiages. Según la tradición, expulsó a un demonio, denominado “Astaroth”, de un templo donde éste vivía dentro de una estatua.
Aficionados a desollar eran los aztecas, los sacrificados a Xipe Tótec (Nuestro Señor el Desollado) eran desollados después de muertos. Su piel era utilizada por los sacerdotes que las pintaban de amarillo y se las ponían encima. Las llamaban teocuitlaquemitl ("vestiduras doradas").
Tan importante, por cierto, desollar, para la confección de grandes fragancias como leímos en El perfume de Patrick Süskind.
